Esta fotografía sólo tiene la intención de retratar a un pequeño alcornoque de unos cinco metros de altura que empezó siendo un también pequeño plantón de apenas una cuarta, hace ya como unos diez años.
Lo vi de pronto al atardecer, situada yo en el porchecillo de la cocina, a unos cincuenta metros de él, anduve unos pasos y le disparé.
Hoy siento que es lo más poético que he hecho en la vida: sembrarlo, regarlo, podarlo, arañarme con sus hojas y ramas...
Algún otro poema de este estilo hay por ahí.
Un árbol es la sonrisa de la tierra decía la que escribe algún verso allá por 2002.
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