Esta fotografía es la prueba de dos cosas, creo que tres. A saber:
- que hoy en sevilla por fin ha llovido
- que definitivamente me he quedado sin cámara.
Abundo en la segunda para hacerlo después en la primera, y creo que finalmente en esa tercera que aún no he nombrado. La fotografía no está bien enfocada, se me ha estropeado por completo el autoenfoque, creo que de la lente que tengo, la Nikkor 18-135. Este disparo lo realicé esta mañana en manual, es decir, con mi ojo. Siempre disparo en modo manual sin programas de prioridad a la obturación ni a la velocidad ni de nada, pero el autoenfoque sí lo uso, como es por otra parte lógico. Mi pretensión era enfocar a las macetitas (palmeritas, algarrobos y macetas comunes de sta temporada); sin embargo, y tal como se puede comprobar, lo que aparece bien enfocado son los barrotes del balcón. La distancia en ángulo entre unos, otras y mis ojos imagino que habrá aparato óptico que la mida. Esa diferencia, esa falta de capacitación de mis ojos para enfocar mejor que la cámara (producto de la edad, no soy miope) es lo que me "jode el invento". Si tuviera 20 años menos probablemente podría seguir disparando con este objetivo maltrecho, aunque fuera tan lentamente como implica el "apuntar" con el enfoque de mi mirada. Pero dado el resultado, se comprueba que no es posible.
Conclusión, me he quedado sin, creo que sólo, puñetera lente, o lo que es lo mismo, sin cámara.
Hace una semana que justo se volvió como loco el auto-enfoque, algunas veces enfoca y otras no (el 90% de las veces) y chirría como si cada vez que gira pasara por una rueda dentada de alambres con púas. Estuve buscando en internet y al parecer este objetivo dio problemas desde un principio, cuando Nikon lo comercializó "adosado" a la salida de su D-8o, allá por los años de maricastaña: hace cinco años de esto. Hasta hoy no me ha pasado, así que creo que, tras casi cuarenta mil disparos (algunos más o algunos menos) y esos cinco años, no puedo pedirle más, ni siquiera protestar o cabrearme.
Sentía un poquito de pena, sí, claro. Hasta que no pueda conseguir otro significa que resultará casi imposible que dispare, y cualquiera sabe cuando podrá ser eso. Es lo de menos, porque tengo miles de disparos sin revelar, miles sin exagerar. Siempre que sentía como un peso la cantidad de fotografías que dejo aparcadas me aliviaba diciendo: para cuando se me estropee la cámara (eso mismo pensaba en el campo con la otra cámara). Así que supongo que ahora ya podré ir tirando de archivo.
Conclusión: no pasa nada.
Salvo... ¡Es que justo llega la primavera!... Ay... Y entonces, he recordado la conocida expresión "la lluvia en Sevilla es una maravilla", producto de la versiones traducidas de una de las joyas del cine, y le escribí el título manifestando lo contrario: the rain is a pain; lo contrario hasta de mi sentir, porque es cierto que, que hoy haya llovido por fin, es una alegría, para mí también.
En cualquier caso (y ya me he ido adentrando en el primer guión que escribí), me dispuse a buscar la canción para asegurarme bien de su letra en inglés. Fue entonces (reposo y despacio), al escuchar/ver por completo la canción/escena cuando he empezado a llorar como una "María Magdalena". (No hay palabras, aquí, en este espacio el poema que podría haber escrito) . Y entonces es cuando la fotografía ha adquirido su título y, por tanto, su carta de naturaleza, aquél es: La lluvia no es una pena.
¡Ah!, por cierto el filtro que, hoy sí, le he metido a toda pastilla al disparo para revelarlo se llama casualmente habitación clara.
Ahora foto y después "su" vídeo, por suerte, con esa belleza de mujer en toda la extensión de la palabra.
Sobre Pigmalión, ya hablaremos en algún otro momento, si es que llega.
(Nota de la disparadora: subo la foto a 1024 px , al menos por hoy.
Es decir, picando en ella se puede ver más grande.)