Esta fotografía, de esta entrada del año pasado, justo cuando escribía el poemario que estoy corrigiendo "Suroeste", intento ahora subirla a un tamaño adecuado, congruente. Es una panorámica compuesta por cuatro disparos, cuatro imágenes no exactas. Por "no exactas" quiero decir que no están usadas en su totalidad para el encaje, de una más, de otra menos, hasta conseguir abarcar unos 180º aproximadamente. Y digo 180º porque las dos fachadas laterales de primer plano, o las dos zonas elevadas de casas en primer plano y en los extremos de la fotografía corresponden a dos edificios situados en una linea recta aunque aquí parezca curva, una linea completamente recta que es la de la calle Enladrillada, la calle donde vivo, a donde se asoma el pretil de la azotea desde el que más o menos disparo.
La linea más oscura del fondo, el horizonte, corresponde por su parte de la izquierda a la leve elevación del terreno que toma el nombre de Aljarafe. Es decir, la curva que por deformación del plano toma la calle, cóncava desde esta posición, es simétrica, o sea , contraria a justo la curva del río Guadalquivir a su paso por la parte externa de la ciudad, a los pies del Aljarafe, situado en el plano medio de la fotografía. El Aljarafe son los cabezos grises o verdes, los cerros sembrados de olivos o trigo, dólmenes y hasta tesoros de oro, de oro material y oro histórico, el recuerdo de los pueblos de los que descendemos, por ejemplo, Tartessos.
Por aquella época la ciudad de Sevilla sería aproximadamente no más que algún islote entre las aguas del posteriormente llamado lago Ligustinus por la cartografía romana, una zona más densa y seca que el propio lago, pero no mucho más. Los pueblos que habitaban la zona se situaban, lógicamente, en las zonas altas. Por más que escarbe, científicamente hablando, no alcanzo más cota que la romana bajo este suelo que piso. Afrodita bajo el mercado de la Encarnación, el subsuelo (el antiquarium) se llamaría Venus.
Cuando disparo desde la azotea estoy algo más elevada, más o menos como el Aljarafe. Me sumerjo en el río, curva simétrica, para comenzar un viaje que aún no sé a dónde me ha llevado a lo largo de cuatro poemarios, pero que sí sé ha finalizado.
La panorámica está engarzada y disparada "a mano", es decir, sin trípodes ni programas que las uniera, y por supuesto en modo manual, como siempre disparo. Lo peor... Lo peor fue todo: igualar luces, colores, matices, hacer encajar verticales, horizontales... un infierno. Un infierno que me deviene en aires de poniente. Mis aires salubres, saludables.
En flickr
(Imagino que picando en ella se podrá ver más grande. Si no, en flickr sí aparece)
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Ciudad llana que parece simple y es quizás un laberinto,aunque amable,que evoca ganas de conocer.
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