Con mucho sentido del humor, el mismo con el que fue hecha, he recordado hoy esta fotografía al leer y ver esta entrada en el blog de Ilkhi.
El concepto ¿metafísico?, del "tres en uno" persigue al pensamiento humano casi desde que lo vio nacer (el pensamiento al hombre, ;), y curiosamente, resulta que casi exclusivamente ha sido tratado, o medio enunciado, por corrientes religiosas y/o mistéricas (piénsese en el del Hermes trimegisto, en el que profundamente "creo", lo mismo por abajo que por arriba, tal como Virgilio describe en la Eneida al árbol de la encina, y mi padre, y Fermín el del campo, pero bueno, ya, no tienen nombre en wikipedia), sobre el que también tengo "foto") y poéticas. Me resulta profundamente significativo que la ciencia, y a pesar de que la tecnología, o ferretería si queremos (todos sabemos lo bien que queda una bisagra tras el rociado de semejante y oleoso potingue), y hasta el merchandising ya hayan utilizado su poder de convocatoria, la ciencia, como decía, aún no haya llegado a él... aunque segura estoy de que si meto el "tres" más un "física cuántica" en el google alguna web "ad hoc" me sale relacionando ambos conceptos, por no decir la mencionada wikipedia.
Algunas veces, a pesar de cierta satisfacción que me llega al pensar que la ciencia va acercándose a las mismas conclusiones a las que otros modos de pensamiento han accedido, MUCHO ANTES en la historia del Hombre, todo hay que decirlo, siento un ligero cosquilleo en los tobillos, como si éstos, los tobillos, me anunciaran el presentir del miedo. Pienso por un momento: vamos a ver, la ciencia, durante la época de Galileo, estaba completamente segura de que la Tierra era el centro del Universo, tan ufana ella. ¿Quién dice que ahora la ciencia, esta física cuántica que a tantos nos puede resultar fascinante, no puede estar también equivocándose?
Y entonces me contemplo, como siempre termino, haciendo de abogada del diablo.
El caso es que por h o por b todo lo que me suene a intento de proselitismo provoca reacción alérgica en mí, cuando, lo reconozco, se trata de una reacción completamente instintiva que, sin embargo y como puede contemplarse o leerse, deriva de un proceso indudablemente racional. A ver, señores racionalistas y señores intuitivos yo incluida, explíquenme (explícome) de qué verdades os abastecéis para sentar cátedra (menos mal que no me siento en ninguna) y hacer de gurús, si no de media población de este planeta, sí de una bastante y significativa proporción de ella, al menos en lo que a nivel intelectual se refiere.
Yo sigo quedándome con la actividad creativa, a pesar de que pueda estar filtrada para favorecer su paso por el devenir de los hombres por un proceso más "científico", como es el que se debe dar en el hecho de la crítica. La crítica debe saber asimilar, y por tanto estar capacitada para usar, tanto los procesos racionales del conocimiento como esos otros que no sabemos bien cómo llamar. Me temo que queda poco para que la crítica, en particular la literaria, pase a manos de análisis meramente científicos. Entonces volveremos otra vez a lo mismo, a dejar escapar eso que hace al ser humano algo distinto (tan sólo desde nuestra percepción, claro, no tenemos otra), y por "eso" me refiero a la capacidad para aunar las distintas variantes del proceso intelectivo, los distintos modus operandi de, creo, este sistema nervioso cuyo principal regulador es el conglomerado de neuronas que se reparten por nuestro organismo, cerebro y corazón incluidos, y que posibilita el extrañamiento, es decir, el sacar afuera el todo que por dentro somos, cada ego, cada individuo, materializado en forma de obra de arte visible para el otro.
Como decía Cartier Bresson, a propósito de la fotografía, y parafraseándolo, la triangulación perfecta es la que puede medir (fotografiar): ojo, corazón y mente unidos.
(Datos empíricos para abundar en el análisis de esta fotografía: no me gusta el ordinariamente conocido concepto del retoque en fotografía "porque sí"; no padezco ningún tipo de conflicto religioso; nací en una calle que se llamaba Espíritu Santo, o mejor dicho me llevaron a una vivienda situada en esa calle nada más nacer en el hospital, y en ella misma vivía justo antes de irme a vivir al campo, donde se dio la circunstancia de que disponía de un bonito gallinero en el que, para estrenarlo, colocamos una collera de blancas palomitas muy especiales debido a la forma de su cola, y por la cual se conocen con el nombre de colipavas. El caso es que más de un año después de estar cohabitando, seguían sin criar. Yo casi rezaba para encontrarme de una vez por todas los dichosos huevos que me anunciaran que por fin se habían entendido...rezaba, por ejemplo, a través de fotografías como ésta. Finalmente, tuvimos que regalar al macho, que sí fecundó a otra hembra, "colinormal", de otro palomar, de la misma forma que nuestra hembra fue fecundada por un palomo también de colita normal; otros más reveladores datos me los reservo. Debo dar opción a que la crítica pueda realizar su trabajo, es decir, pueda investigar...;)
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Precioso montaje tres en uno.
ResponderEliminarBuen trabajo y buen procesado.
Saludos
Gracias, Luis.
ResponderEliminarNo es exactamente un montaje, es una fotografía nada más, un disparo, sino que duplicada la imagen de la paloma que aparece volando y luego invertida, es decir, en negativo, lo que se puede comprobar viendo el color blanco de las ramitas del árbol que la acompañan y que no borré queriendo (para así dar pista sobre el "retoque"), son las mismas que las del árbol de lo que parece el disparo auténtico que es en realidad el disparo auténtico de verdad. Todo es un disparo...:)
Saludos, :)
Interesante tu reflexión sobre la Trinidad, y muy buena la anécdota de las palomas.
ResponderEliminarLa foto "tres en uno" me parece unitres en ese negativo/aura. Muy buena.
Abrazos elevados al cubo (3D) con el tiempo surgiendo.