Una foto recuerdo de la azotea de mi antiguo piso en Sevilla. De renta antigua era, alquilado a la vez a mis abuelos desde el año 1932. Allí vivieron ellos, mi padre y su hermano, mi tío, después él y su mujer cuando se casaron, más tarde mis padres con mis mismos abuelos; allí, aunque ya en hospitales, nacimos las tres hermanas de los cuatro que somos. Sobre los seis años míos (soy la mayor), se mudaron mis padres a otro piso, también de alquiler, como siempre hemos vivido, donde podíamos habitar más holgadamente (no mucho más, entonces nos conformábamos y éramos felices con bastante menos).
Después, al llegar la hora de formar yo familia quiso la fortuna, por no alabarme el esfuerzo, que ese piso pudiera ser subrogado a mi nombre. 1.100 pesetas pagaba, 110 metros cuadrados. Viejo, pero precioso, con cinco balcones y una ventana a la barreduela de Enrique el cojo y cuatro ventanas más al jardín-parque del palacio. Hasta la fecha de esta foto, 2001, estuvimos viviendo en él. Ahí, en hospital, nació también mi hijo.
Hoy me la ha recordado un deposito de agua de zinc que he visto en el blog de Tomás Rivero. El de esta azotea, que daba agua al cuarto de baño de la vivienda, inmediata en el piso de abajo a ese suelo rojo, estaba situado a la derecha de la fotografía, al lado de la tinaja de barro donde seimpre crecía un jazmín enorme y de las macetas de yerbabuena, claveles y rosas de mi abuelo.
Aquí, en esta entrada antigua de El cuarto claro se puede leer más sobre las azoteas de Sevilla y sobre esta en particular.
Tweet |
Acabo de recordarla, en esta entrada del otro blog de hace pocos meses se ve la casa
ResponderEliminarhttp://sofiaserragiraldez.blogspot.com/2011/07/la-casa-rosa.html
Respira ensueño, Sofía. ¿Son cipreses esos árboles esbeltos? No cuesta nada imaginarse el discurrir de la vida de distintas generaciones: los grandes eventos, los pequeños actos cotidianos...Gracias por compartirlo. Un abrazo
ResponderEliminarMiguel
Hola, Miguel, em alegra verte de nuevo.
ResponderEliminarSí, efectivamente son cipreses, enormes cipreses.
Me encanta cómo te ha llegado, en ese transcurir de la vida cotidana de distintas generaciones, porque así ha sido, o fue.
Gracias a ti también por dejar tu señal en ella, un abrazo fuerte.