Cansada de todo el día de tanto hablar de política, me refugio en esta fotografía que me trae el sosiego que necesito, cierta melancolía por evocarme un territorio tan querido como el campo, una luz tan apacible como la de la tarde en primavera, ese momento del día en que podía acercarme al sol sin que su luz se estrellara contra mis ojos. La comparto con el deseo de intentar ofrecer lo mismo que ella me regala a mí. Descanso, relax. Y pienso: Ojalá en todos los países del mundo pudieran celebrarse jornadas tan animadamente políticas como las de ayer y hoy en este país. En paz, sin muertos, sin miedos.
Poco españolista soy, más bien nada, menos aún nacionalista "menor", cualquiera que medio se haya acercado a lo que hago puede intuirlo y hasta deducirlo, pero que nadie me toque, por mucha crítica que pueda hacérsele por otras cuestiones muy menores con respecto a su fundamento, lo que este país consiguió hace treinta años. Algunos, muchos millones de seres humanos, hoy mismo, están dando su vida, literalmente, con carne y sangre, por poder disfrutar de esta fiesta de la democracia, unas elecciones en libertad y en paz donde cada uno ha podido manifestarse políticamente SIN MIEDO.
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